Así, en cada momento vive sin armonía y obra con violencia en el mundo de los otros hombres.
El caos de la humanidad, es el reflejo de la desarmonía interna.
De ese modo aunque no quiera, el hombre actúa en contra de lo que siente, siente en contra de lo que piensa y piensa en contra de lo que actúa.
No es pues responsable de sus errores porque no sabe lo que hace.
Duerme profundamente y su ilusión mayor es creer que está despierto.
Propagamos entre los pueblos la doctrina del despertar, de la no violencia y de la hermandad.
Accionamos por la liberación interior y exterior del hombre.
Decimos:
Que jamás se responda a la violencia con violencia.
Que las razas se hermanen definitivamente integrando una sola humanidad.
Que ese Dios y esa otra vida más allá de la muerte se busquen en el fondo dormido de uno mismo. En aquel fondo llleno de fuerzas desconocidas y poderes inmensos.
Que todo accionar sea pacífico: No- violencia física; no- violencia económica; no- violencia racial y no- violencia religiosa.
Que nuestros deberes permanentes sean: Despertar cada día más armonizado el pensamiento, el sentimiento y la acción y al mismo tiempo despertar a los demás por la enseñanza y la práctica de ésta, la más humilde y sencilla de las doctrinas.
Salvemos al hombre de la venganza, preparando el camino de la nueva humanidad que ya se acerca.
Silo 1964
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