lunes, 26 de octubre de 2015

El 30 de septiembre murió mi madre

Mi, madre Juana Matilde Páez Rodríguez nació el 6 de junio de 1927 y fue un modelo para mi.
Ella me trajo a este mundo sin pedirme permiso en 1958, el caso es que ha merecido la pena vivir y conocerla...

El día anterior al sepelio, en el tanatorio puse una hoja de papel con un encabezamiento escrito:
"Un homenaje quiero hacer.
En estos días se agolpan en mi mente muchos recuerdos y detalles , muchos buenos momentos compartidos con Juani.
Un retrato de su personalidad voy a hacer y quiero que me ayudéis...

(Esto fueron escribiendo)
Una persona sencilla, luchadora. con carácter.
Una mujer inquieta, estudiosa de las ciencias, las artes y la historia.
Generosa y tolerante con un alto sentido de la justicia.
Viajera incansable y buena consejera.
Madre, muy madre, 6 vidas, abuela de 8, generadora de vidas, 1 bisnieto.
Valiente, cariñosa, abierta y diversa, no era juiciosa ni convencional.
¡Te quiero mucho, Juani! ¡Gracias por todo!.
Siempre inteligente, recordaré nuestras largas charlas por teléfono. ¡Que estés bien!, ¡Que seas feliz!
La profesora que me ayudó a recuperar mi confianza con las matemáticas, mi abuela querida.
Una abuela muy moderna, una gran mujer, muy fuerte e independiente. Recuerdo cuando jugábamos juntas. Es mi ejemplo a seguir.
Gracias Juani por despertarme esa afectividad y ternura, gracias por conocer a tu hijo. Ya eres una gran saeta que vuela alto.
Ahora te llevamos en nuestro corazón."

(Esto fue leído por mi hijo Daniel, antes de proceder a la inhumación)









Dos días antes de su partida le leí un texto precioso de Silo que me parece de una gran ayuda para los moribundos. Lo reproduzco a continuación:

"Los recuerdos de tu vida son el juicio de tus acciones. Puedes, en poco tiempo, recordar mucho de lo mejor que hay en ti. Recuerda entonces, pero sin sobresalto y purifica tu memoria. Recuerda suavemente y tranquiliza tu mente...

Rechaza ahora el sobresalto y el descorazonamiento...
Rechaza ahora el deseo de huir hacia regiones obscuras...
Rechaza ahora el apego a los recuerdos...
Queda ahora en libertad interior, con indiferencia hacia el ensueño del paisaje...
……………………………………………….
Toma ahora la resolución del ascenso...
La Luz pura clarea en las cumbres de las altas cadenas montañosas y las aguas de los-mil-colores bajan entre melodías irreconocibles hacia mesetas y praderas cristalinas
No temas la presión de la Luz que te aleja de su centro cada vez más fuertemente. Absórbela como si fuera un líquido o un viento porque en ella, ciertamente, está la vida...

Cuando en la gran cadena montañosa encuentres la ciudad escondida debes conocer la entrada. Pero esto lo sabrás en el momento en que tu vida sea transformada. Sus enormes murallas están escritas en figuras, están escritas en colores, están “sentidas”. En esta ciudad se guarda lo hecho y lo por hacer...

Estás reconciliada...
Estás purificada...
Prepárate a entrar en la más hermosa Ciudad de la Luz, en esta ciudad jamás percibida por el ojo, nunca escuchada en su canto por el oído humano...
Ven, prepárate a entrar en la más hermosa Luz..."

(Minutos antes de su partida, se lo volvió a leer Encarna, mi cuñada, en presencia de su hija de 16 años, Lucía. Cuenta Encarna, que al pronunciar la última palabra se fue.
Mi hermano, Javier nos informó a los 5 hermanos restantes del fallecimiento de la madre).


2 días despùes, el día del sepelio yo leí otro texto de Silo, esta vez para los que nos quedamos.
Lo reproduzco a continuación:

"La vida ha cesado en este cuerpo. Debemos hacer un esfuerzo para separar en nuestra mente la imagen de este cuerpo y la imagen de quien ahora recordamos...
Este cuerpo no nos escucha. Este cuerpo no es quien nosotros recordamos...

Aquel que no siente la presencia de otra vida separada del cuerpo, considere que aunque la muerte haya paralizado al cuerpo, las acciones realizadas siguen actuando y su influencia no se detendrá jamás. Esta cadena de acciones desatadas en vida no puede ser detenida por la muerte. ¡Qué profunda es la meditación en torno a esta verdad, aunque no se comprenda totalmente la transformación de una acción en otra!

Y aquel que siente la presencia de otra vida separada, considere igualmente que la muerte solo ha paralizado al cuerpo; que la mente una vez más se ha liberado triunfalmente y se abre paso hacia la Luz...

Sea cual fuere nuestro parecer, no lloremos los cuerpos. Meditemos más bien en la raíz de nuestras creencias y una suave y silenciosa alegría llegará hasta nosotros...
¡Paz en el corazón, luz en el entendimiento!"